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Al hijo de María Isabel Bernal, un expolicía, un grupo armado lo secuestró frente a sus ojos en Culiacán; en su búsqueda ha sido amenazada de muerte

Ni cinco amenazas de muerte han detenido la búsqueda de María Isabel Bernal por su hijo Yosimar García, víctima de desaparición forzada a manos de presuntos elementos de un grupo criminal hace cinco años.

El 16 de enero de 2017, el exelemento de la policía municipal de Culiacán, Sinaloa, vio a su madre por última vez antes de ser extraído de su hogar con violencia y en contra de su voluntad por un grupo armado.

“Se siente un vacío, una ausencia, un dolor o como una muerte. No podría explicarte con palabras lo que vive una madre cuando le arrancan un pedazo, que es su hijo, frente a sus propios ojos”, describió María Isabel en una plática con EL UNIVERSAL. Meses antes de su desaparición, el 30 de septiembre de 2016, el joven de 28 años participó con labores de apoyo como policía en un bombazo que organizaciones criminales lanzaron al personal castrense de Culiacán.

Yosimar, destacado elemento por su valentía, fue el primero en llegar a la zona para realizar labores de reconocimiento, motivo por el que su madre sospecha que lo levantaron, pues fue blanco fácil de identificación de sus posibles captores. A raíz del incidente, empezaron a desaparecer sus compañeros: primero, su comandante, después, Yosimar, y finalmente otros nueve policías que de inmediato fueron hallados muertos. “No quedó ni un policía vivo de los que participaron en ese evento”, aseguró la buscadora.

Tras el secuestro de su hijo, María Isabel cayó por dos meses en una profunda depresión que casi le hizo quitarse la vida, pero una voz en su pensamiento cambió su destino: “Mamá, ¡sal a buscarme!”.

“El día que yo dije: ‘Hoy me quiero morir’, aún no entiendo si vi, soñé, escuché o me imaginé a mi hijo diciéndome que lo buscara, pero me levanté para atender su petición y desde ahí no he parado”, recordó la hoy líder de la colectiva de madres buscadoras Sabuesos Guerreras, A.C. Así, la fundadora de Sabuesos empezó a observar, empaparse, hacer comunidad con otras madres buscadoras y, de forma autodidacta, a adquirir el conocimiento necesario para rastrear pistas sobre el paradero de su hijo.

“Yo no sabía nada de búsqueda, de madres rastreadoras. No sabía que existían los desaparecidos, pero en el caminar de este dolor te vas encontrando una y otra y otra madre o familiar a quien también la mueve el amor por encontrar a sus desaparecidos y así fundé el colectivo”, dijo.

María Isabel se levanta a las cinco de la mañana para preparar la comida que llevará a su día de búsqueda. Luego se reúne con sus compañeras, platican sobre la planeación y ejecución del día y entre risas, llantos y muchos sentimientos salen con la esperanza de hallar a los suyos. La única pista que la madre buscadora tenía sobre la posible ubicación de Yosimar la condujo a un campamento donde el comandante de su unidad fue calcinado. No logró encontrar a su hijo en el punto, pero ahí recuperó más de 10 cuerpos y 5 mil 816 fragmentos calcinados.

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